Inmigrantes Ilegales: Fuerza silenciosa de la economía
/Opinión
Lorena López Altamirano
La Prensa Iowa
En medio del mar de discursos polarizados que definen la política migratoria de Estados Unidos, es crucial recordar a un grupo de personas cuya existencia es fundamental para el funcionamiento de la nación, pero que, a pesar de ello, sigue siendo tratado con indiferencia y desprecio: los inmigrantes indocumentados que han vivido en este país durante más de una década. Estos hombres y mujeres, que llegaron buscando un futuro mejor para ellos y sus familias, han demostrado una y otra vez que son los verdaderos pilares invisibles que sostienen gran parte de la economía de Estados Unidos.
A lo largo de los años, los inmigrantes indocumentados han trabajado incansablemente en sectores clave de la economía estadounidense: en la agricultura, la construcción, la limpieza, el servicio doméstico y la industria de alimentos. Muchos de ellos llegaron siendo jóvenes o incluso niños, sin tener la oportunidad de decidir su destino, y hoy, después de más de 10 años en este país, siguen aportando su esfuerzo y sacrificio, mientras viven en la incertidumbre, sin acceso a un estatus legal que les permita vivir con la dignidad que merecen.
Estos inmigrantes, que pagan impuestos a través del programa ITIN (Número de Identificación Personal del Contribuyente), siguen contribuyendo al financiamiento de los servicios públicos, la seguridad social y la infraestructura que beneficia a toda la nación. Sin embargo, a pesar de ser parte integral de la fuerza laboral estadounidense, no tienen acceso a los derechos fundamentales que garantizan a los ciudadanos y residentes legales. En muchos casos, se encuentran atrapados en una situación en la que su contribución a la economía y su vida en este país no les garantiza la protección legal ni los derechos básicos, lo que los deja vulnerables a la deportación y a la exclusión social.
Es hora de que Estados Unidos reconozca que estos inmigrantes no son una carga, sino una parte esencial de la comunidad que ha trabajado arduamente para construir el país que conocemos. Es urgente que se apruebe una reforma migratoria integral que permita a los inmigrantes que han vivido en este país por años obtener un permiso de trabajo renovable anualmente, basado en el pago de impuestos, el cumplimiento de una multa por haber infringido la ley y una revisión exhaustiva de antecedentes. Este permiso podría extenderse por un período de cinco años, al final del cual, aquellos que sigan cumpliendo con sus responsabilidades podrían ser considerados para obtener la residencia permanente, la green card, y finalmente, la ciudadanía estadounidense.
Este proceso no solo sería un acto de justicia y humanidad, sino también una necesidad económica para el país. El dinero recaudado de las multas por infracción de la ley podría invertirse en programas que aborden los problemas sociales más urgentes, como la falta de vivienda para los que viven debajo de los puentes o basureros de las grandes ciudades. Millones de estadounidenses nacidos en este país viven en las calles, sin hogar ni acceso a servicios básicos. Mientras tanto, miles de inmigrantes que trabajan arduamente en diversas industrias siguen siendo criminalizados, cuando su única falta es haber llegado a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Este dinero podría ser utilizado para invertir en la rehabilitación de personas sin hogar, para desarrollar programas contra las drogas o incluso para mejorar los servicios educativos y de salud en comunidades que tanto lo necesitan.
El modelo de una reforma migratoria justa que permita la regularización de estos inmigrantes, sin recurrir a políticas de deportación masiva, beneficiaría tanto a las familias inmigrantes como a la sociedad estadounidense en general. Estos trabajadores, muchos de ellos ya arraigados en el país, contribuyen a la estabilidad económica, la producción agrícola, la construcción de infraestructura y, en general, al mantenimiento de la economía. La legalización de su situación les permitiría vivir sin temor, continuar aportando con su trabajo, y en muchos casos, incluso contribuir aún más al bienestar de las comunidades en las que viven.
No es solo una cuestión moral, sino también una cuestión de sentido común. Este país necesita de estos trabajadores, y estos trabajadores necesitan de este país. La solución no es expulsarlos, sino integrarlos plenamente a la sociedad estadounidense, dándoles la oportunidad de vivir y trabajar con dignidad, de hacer un futuro legalmente reconocido y de ser parte de la nación que los ha acogido.
Es hora de que nuestros legisladores tomen decisiones basadas en la justicia, la compasión y la necesidad real de Estados Unidos. Una reforma migratoria que permita a los inmigrantes indocumentados vivir y trabajar legalmente en este país sería no solo un acto cristiano y humanitario, sino también una necesidad económica para Estados Unidos, que sigue dependiendo del trabajo de millones de inmigrantes que viven en las sombras.
En lugar de continuar con la polarización y el enfrentamiento, debemos buscar soluciones que beneficien a todos. Es hora de reconocer el sacrificio y la dedicación de estos inmigrantes, y darle una oportunidad a aquellos que llevan más de una década construyendo este país de manera honesta y valiosa. Una reforma migratoria integral, que permita la regularización de estos trabajadores, fortalecerá el tejido social y económico de la nación, permitiendo que Estados Unidos siga siendo la gran nación que siempre ha sido, un lugar de oportunidades para todos.
The model of a fair immigration reform that allows for the regularization of these immigrants, without resorting to mass deportation policies, would benefit both immigrant families and American society in general. These workers, many of them already rooted in the country, contribute to economic stability, agricultural production, the construction of infrastructure and, in general, to the maintenance of the economy. Legalizing their status would allow them to live without fear, continue to contribute with their work, and in many cases, even contribute even more to the well-being of the communities in which they live.
It is not only a moral issue, but also a matter of common sense. This country needs these workers, and these workers need this country. The solution is not to expel them, but to fully integrate them into American society, giving them the opportunity to live and work with dignity, to make a legally recognized future and to be part of the nation that has welcomed them.
It is time for our legislators to make decisions based on justice, compassion and the real need of the United States. Immigration reform that allows undocumented immigrants to live and work legally in this country would not only be a Christian and humanitarian act, but also an economic necessity for the United States, which continues to depend on the work of millions of immigrants who live in the shadows.
Instead of continuing with polarization and confrontation, we must seek solutions that benefit everyone. It is time to recognize the sacrifice and dedication of these immigrants, and give an opportunity to those who have spent more than a decade building this country in an honest and valuable way. Comprehensive immigration reform, which allows the regularization of these workers, will strengthen the social and economic fabric of the nation, allowing the United States to continue being the great nation it has always been, a place of opportunity for all.
Los trabajadores inmigrantes impulsan el crecimiento de la fuerza laboral en EE. UU.
Un análisis de la National Foundation for American Policy (NFAP) revela que los trabajadores inmigrantes han sido responsables del 88% del crecimiento de la fuerza laboral en Estados Unidos desde 2019. En los últimos cinco años, solo se incorporaron 479,000 trabajadores nacidos en EE. UU. a la fuerza laboral, en comparación con 3.6 millones de trabajadores nacidos en el extranjero. Este cambio significativo se ha visto acelerado por la inmigración, la desaceleración del crecimiento de la población nacida en EE. UU. en edad laboral y las muertes y jubilaciones relacionadas con la pandemia entre los trabajadores nacidos en el país.
Durante su campaña para las elecciones presidenciales de 2024, Donald Trump se comprometió a reducir el número de inmigrantes en Estados Unidos, incluyendo la deportación de los trabajadores extranjeros actuales. Sin embargo, el crecimiento económico de un país depende del aumento de su fuerza laboral y de la productividad de esta. La expansión de la fuerza laboral es clave para el crecimiento económico, lo que a su vez mejora los niveles de vida de la población. Dado que la población nacida en EE. UU. está envejeciendo y su crecimiento es más lento, los inmigrantes se han convertido en una parte esencial del crecimiento de la fuerza laboral estadounidense.
En cada una de las últimas tres décadas, los inmigrantes han representado más de la mitad del crecimiento de la fuerza laboral en EE. UU. En los últimos 30 años, el número de inmigrantes en la fuerza laboral ha crecido en 19.1 millones, mientras que los trabajadores nacidos en EE. UU. solo han aumentado en 16.8 millones. Según las proyecciones de NFAP, el número total de trabajadores nacidos en EE. UU. alcanzará su pico en 2052, con 146.7 millones de personas (solo un 8% más que en 2024). Después de 2052, los trabajadores inmigrantes serán la única fuente de crecimiento de la fuerza laboral estadounidense.
Incluso antes de esa fecha, se espera que el número de trabajadores nacidos en EE. UU. en el rango de edad de 25 a 54 años llegue a su punto máximo en 2042. Tanto la población nacida en EE. UU. como los trabajadores en edad laboral de 25 a 54 años alcanzarán su cima en esa misma fecha. Los inmigrantes y los hijos de inmigrantes son fuentes clave de crecimiento tanto poblacional como de la fuerza laboral.
Los trabajadores del futuro son fundamentales para cumplir con las deudas y otras obligaciones financieras de EE. UU. En los últimos diez años, el número de trabajadores en la fuerza laboral cuyos padres eran nacidos en EE. UU. creció solo en 1.6 millones, mientras que el número de inmigrantes y sus hijos en la fuerza laboral aumentó en 10.1 millones. En los últimos 20 años, los inmigrantes y sus hijos han representado el 77% del crecimiento de la fuerza laboral en Estados Unidos.
Este fenómeno subraya la importancia de los inmigrantes y sus descendientes para el futuro económico del país, especialmente en un contexto de envejecimiento de la población nativa y de retos en la sostenibilidad del sistema económico y de bienestar.
Translation
Illegal Immigrants: Silent Force of the Economy
Redaction
LA PRENSA IOWA
Amidst the sea of polarized discourse that defines U.S. immigration policy, it is crucial to remember a group of people whose existence is fundamental to the functioning of the nation, but who, despite this, continue to be treated with indifference and contempt: undocumented immigrants who have lived in this country for more than a decade. These men and women, who came seeking a better future for themselves and their families, have proven time and again that they are the true invisible pillars that support much of the U.S. economy.
Over the years, undocumented immigrants have worked tirelessly in key sectors of the American economy: in agriculture, construction, cleaning, domestic service, and the food industry. Many of them arrived as young people or even children, without having the opportunity to decide their destiny, and today, after more than 10 years in this country, they continue to contribute their effort and sacrifice, while living in uncertainty, without access to a legal status that allows them to live with the dignity they deserve.
These immigrants, who pay taxes through the ITIN (Individual Taxpayer Identification Number) program, continue to contribute to the financing of public services, social security, and infrastructure that benefits the entire nation. However, despite being an integral part of the American workforce, they do not have access to the fundamental rights guaranteed to citizens and legal residents. In many cases, they are trapped in a situation where their contribution to the economy and their life in this country does not guarantee them legal protection or basic rights, leaving them vulnerable to deportation and social exclusion.
It is time for the United States to recognize that these immigrants are not a burden, but an essential part of the community that has worked hard to build the country we know. It is urgent to approve comprehensive immigration reform that allows immigrants who have lived in this country for years to obtain an annually renewable work permit, based on paying taxes, complying with a fine for breaking the law, and a thorough background check. This permit could be extended for a period of five years, at the end of which, those who continue to fulfill their responsibilities could be considered for permanent residency, a green card, and ultimately, U.S. citizenship.
This process would not only be an act of justice and humanity, but also an economic necessity for the country. The money raised from fines for violating the law could be invested in programs that address the most pressing social problems, such as the lack of housing for those who live under bridges or in garbage dumps in large cities. Millions of Americans born in this country live on the streets, homeless and without access to basic services. Meanwhile, thousands of immigrants who work hard in various industries continue to be criminalized, when their only fault is that they came to the United States in search of a better life. This money could be used to invest in the rehabilitation of homeless people, to develop anti-drug programs, or even to improve educational and health services in communities that need it so much.
Immigrant workers are driving US workforce growth
A National Foundation for American Policy (NFAP) analysis reveals that immigrant workers have been responsible for 88% of US workforce growth since 2019. Over the past five years, only 479,000 US-born workers have joined the workforce, compared to 3.6 million foreign-born workers. This significant shift has been accelerated by immigration, slowing growth in the US-born working-age population, and pandemic-related deaths and retirements among native-born workers.
During his campaign for the 2024 presidential election, Donald Trump pledged to reduce the number of immigrants in the United States, including by deporting current foreign workers. However, a country's economic growth depends on increasing its workforce and its productivity. Labor force expansion is key to economic growth, which in turn improves living standards for the population. As the U.S.-born population is aging and growing more slowly, immigrants have become an essential part of U.S. labor force growth.
In each of the past three decades, immigrants have accounted for more than half of U.S. labor force growth. Over the past 30 years, the number of immigrants in the labor force has grown by 19.1 million, while U.S.-born workers have only increased by 16.8 million. According to NFAP projections, the total number of U.S.-born workers will peak in 2052 at 146.7 million people (up just 8% from 2024). After 2052, immigrant workers will be the only source of U.S. labor force growth.
Even before then, the number of U.S.-born workers in the 25-54 age range is expected to peak in 2042. Both the U.S.-born population and working-age workers aged 25-54 will peak around that same time. Immigrants and the children of immigrants are key sources of both population and labor force growth.
The workers of the future are critical to meeting U.S. debt and other financial obligations. Over the past ten years, the number of workers in the labor force whose parents were U.S.-born grew by only 1.6 million, while the number of immigrants and their children in the labor force increased by 10.1 million. Over the past 20 years, immigrants and their children have accounted for 77% of U.S. labor force growth.
This phenomenon underlines the importance of immigrants and their descendants for the economic future of the country, especially in a context of an ageing native population and challenges to the sustainability of the economic and welfare system.